Jardín

El muchacho estaba un tanto escéptico a su poca hambre, aunque no deseaba recordar como era ella en el pasado ya que dolía y mucho, así que mantenía su mente vacía, pero llena de sus hijos, de sus gritos. En días como esos era relativamente fácil vencer la ansiedad ya que sus risas y vocecillas agudas lo mantenían ocupado, al igual que su energía sin fin. Agradecía ser tan joven para poder seguirles el paso a tan hermosas criaturas. Atendía las respuesta de Tanya un poco retraído y recibió los besos de despedida de sus hijos bastante feliz. - Los amo calabazas. - les dijo antes de dejarlos ir y darles un enorme abrazo. Se reprimía cada cosa que estuviera sintiendo por la mamá de sus hijos y el pecho se le hacía bastante oprimido a causa de esto, aún así y con todas las negativas que había estado presentando, pensó que aquello le procuraría una mejor relación Tanya, que la rutina zombie-ignorador que siguió anteriormente. Se quedó serio luego de asentir, pero es que por mas que quisiera esbozar una sonrisa sincera su cerebro lo estaba bloqueando, el no podía permitir eso. Cuando la rubia rozó su mano con el cabello del muchacho este le sujeto la mano bastante brevemente como reflejo a que lo tocara, pero luego se relajó un poco al recordarse que era solo un corte de cabello y no una puñalada en la cabeza, así que dejó las manos aferradas sobre los brazos del asiento. - Eh, si, hazlo. - Respondió.

Damien enarcó una ceja, puesto que practicamente había sido una reacción involuntaria de su cuerpo aquello que hizo; quiso suprimir el pensamiento a continuación del comentario hecho por Tanya para que se "tranquilizara", pero su boca y su cerebro no estaban plenamente coordinados. - A veces siento que si. - y unos segundos después se dio cuenta de lo que había dicho y que fue en voz alta, por lo que se soltó del asiento y puso las manos en sus rodillas. - Es que hace mucho que no me corto el cabello, es... extraño. - Quiso arreglar la cagada, aunque puede que la rubia no lo interpretase de mala manera, de todas formas, el cerró los ojos dejándose hacer por la mujer y escuchó como tarareaba unas melodias suaves y deliciosas, cosa que le abrió el apetito de nuevo. El muchacho no estaba seguro de lo que estaba sucediendo, pero sintió el pecho calido y por primera vez estar en presencia de la chica no era cuestión de sentirse jodido o amenazado, al menos por el momento que duraba su tarareo y sus caricias en el cabello.

El viento no sopla en su jardín ya que la chica ha hechizado la zona para que este no entre, es raro, pero le resulta aún así, agradable el clima puesto que no hacía calor, pero tampoco estaba enfriando como cuando llego. Era un clima raro el de ahí, ya que a pesar de aproximarse el verano a veces había lluvias intensas con granizo durante un par de horas para tener el resto del día completamente soleado; a Damien le agradaba el clima de Ottery, con todo y sus cambios radicales en cuestión de horas, pero le agradaría mas vivir en la casa que compró para los cuatro. Comenzó a imaginarse como sería todo si Tanya no se hubiera comportado como una muy mala persona, tirando por la borda todo lo que habían construido cuando el era el que no quería sostener una relación de incesto con su prima, aún así terminó cayendo en sus redes y ella misma, que fue la insistente termino siendo la que destruyó todo. Es decir, seguramente solo era un juego para ella, puesto que con su físico y forma de ser podría tener a quien ella quisiera, un hombre mayor como con quien salía actualmente, no un tipo que apenas comenzaba a trabajar duro por su familia. Y eso fue lo que le dolió, que no lo quisiera así, con su jodidez y todo, si no que esperaba que fuera alguien que definitivamente nunca iba a ser y como el no se lo dio así, simplemente lo cambió como cuando te compran un juguete nuevo. Estaba tan concentrado en sus pensamientos, añorando vivir todo lo bueno que no se percató de que Tanya había perdido el equilibrio, para cuando lo notó solo atinó a recibirla en su regazo para que no se cayera de ahí y propiciara un accidente mayor. - ¿Estás bien? - preguntó, algo sobresaltado. El corazón le latía deprisa porque lo tomo por sorpresa, aunque la rubia lo hechizó al instante. Sostenían sus brazos firmemente la cintura de la rubia, como protectoramente, pronto se puso a analizar si no se había lastimado y detectó una herida en su rodilla. - Venga , hay que cerrar eso. - sacó su varita para cerrar la herida, pero seguramente le continuaría el dolor, sobre todo porque no era diestro para eso de medicina magica.

- Bueno, lo siento, herré en muchas materias de salud, pero traté de que no se te salieran las tripas por la rodilla. - Argumentó. Tenía la cara llena de pelillos por el corte, pero ahora que ella terminó se sentía más fresco con todo y que el aire no daba por ahí. Ahora se veía como un muchacho más joven. La barbilla aún necesitaba tiempo para hacerlo ver como vikingo, pero le hacía lucir ahora un poco más maduro. Miraba a Tanya directamente y sin embargo sintió el impulso de cambiar la dirección de su mirada. No se sentía lo suficientemente fuerte como para sostener la de ella y reuía demasiado al contacto visual o físico que era todo lo contrario a lo que estaba sucediendo en ese instante. Apretó los dedos sobre la cintura de la rubia, con bastante nerviosismo y luego frunció los labios durante un segundo, mirando el cielo y los arboles al rededor de ellos. - ¿Te sientes mejor? - preguntó y cuando iba a volver a mirarla para quitársela de encima, más por nervios que por incomodidad, la cercanía de Tanya lo hizo cerrar los ojos instantáneamente, puede que para evitar el choque, pero sorpresivamente el joven correspondió su beso, recordando el sabor que conoció hace mucho tiempo y que aún recordaba a la perfección. Damien se aferró a su cintura, olvidando por un instante todo el daño entre ambos hasta que una punzada le hizo detenerse; pegó la frente a ella y luego abrió los ojos, separando su rostro pero sin hacerla ponerse de pie, por si aún le dolía la rodilla. - Esto no es correcto. - Fue lo único que salió de sus labios antes de volver a fruncirlos.

Damien la miraba, expectante. ¿Que que era lo que esperaba? En parte que se quitara de encima suyo, porque por muy fuerte que fuera el, la fortaleza solo radicaba en su físico. El siempre, pero siempre ha sido débil ante la chica, solo que lo detenían la moral, aunque no era eso una barrera super resistente contra los encantos de su prima. De hecho justo lo que ella le respondió, el mismo estaba pensando en eso, que nunca ha sido correcto porque son familia bastante cercana, sin embargo eso nunca los detuvo y aparentemente no iba a detenerla el hecho de que ella tuviera novio. ¿Pero que clase de persona era ella? Y el, porque bueno, de hecho tenía novia también, aunque una adolescente también tenían sexo bastante seguido, satisfactorio si, pero había algo en el que no acababa de gustarle y no es que esa chica no le gustara suficiente como para lograr acostarse con ella, era otra cosa. - ¿Tu? - Y la dejó continuar, puesto que no quería que se detuviera, pero el instinto le decía que hacer el amor era una cuestión de vital importancia para el. - ¿Y qué hay de tu novio? Creí que buscabas a alguien como el. - La encaró, subiendo su cara desde la quijada para que lo mirase fijamente, el la deseaba, claro pero en el fondo seguía siendo un chico bueno. No tan bueno como para engañar a una novia, pero si bueno como para creer en las palabras de la que una vez consideró el amor de su vida. Pero ahora ambos estaban en sendas diferentes. - Creo que sabes bien que estoy con alguien. - la mano del castaño subió por su torso hasta que subió hasta uno de sus tirantes y se vio tentado a bajarlo, a quitarle toda la ropa e irse encima de ella, pero hacerlo con ella implicaba hacerle a la chica con la que estaba lo mismo que ella le hizo a el en su momento y esa idea no le parecía demasiado atractiva, pero más atractiva lucía ella tratando de seducirle. Su manzana se contrajo cuando tragó saliva denotando cierto nerviosismo, solo que prefería aparentar tranquilidad y así con trabajo lo logró. Bajo uno de los tirantes acariciando el brazo de la rubia. El nunca la había dejado de querer, pero la forma en que la veía era diferente ahora.