Habitación Damien

En ese instante el chico no estaba pensando con la cabeza superior, puesto que la calentura además de la culpa habían provocado un extasis un tanto extraño en su cerebro, que le nublaba bastante el juicio. Aunado a todo la bebida estaba haciendo un excelente trabajo ya que el chico estaba permitiendo que Helvetica hiciera, literalmente, lo que ella deseaba, puesto que aparentemente no era necesario a su forma de ver que usaran la protección adecuada que el momento ameritaba como siempre lo habían hecho, desde la primera vez debido a aquella obsesión de Damien con el control de los hijos. En ese momento solo le importaba hacer suyo el interior de su novia como ella sugirió en cuanto lo vio entrar, casi casi. Damien bajo sus manos desde la cintura hasta el trasero formado de aquella chica morena que tanto se la endurecía. El corazón le latía rapido y el sudor hacía el trabajo para el que estaba destinado, pero de pronto el deseó incorporarse, brevemente para tener a Helvetica sentada en su regazo, lo que les costó segundos en los que se detuvieron para que pudiera quedar completamente incorporado, abrazandola y besando su cuello cubierto también de sudor. - Continua preciosa. - Indicó el chico suavemente mientras mordía su oreja, jadeando por el placer.

A Damien le encantaba seguir el compás de su novia, ¿por qué? ¿acaso era mandilón? ¿acaso era de esos hombres flojos que preferían dejarle todo el trabajo sexual a las mujeres? No, no tenía que ver con eso. Ese muchacho era bastante considerado, estaba seguro que a Helvetica le encantaba tomar las riendas y guiarlo durante todo el momento donde la adrenalina se disparaba y sus cuerpos obedecían el instinto; en este momento sobre todo la culpa lo llenaba, pero en cierto modo no se sentía tan mal hacerlo con ella luego de hacerlo con Tanya, de hecho se sentía de una manera celestial tener doble placer de modo acelerado por la bebida energética que se tomo previo a dejar que lo montara de aquella manera. En cierto punto dejo de ver eso como algo malo pues aceptaba que le encantaba estar dentro de esa chica, la adoraba de un modo distinto al como adoraba a Tanya, aunque a esta ultima la odiaba más que adorarla, aún no superaba del todo su pasado, pero ahora mismo no le interesaba recordarla. Helvetica lo estaba llenando de placer y atención y el no iba a ser un idiota por pensar en la rubia de ese modo, despreciando todo lo bueno del instante. Sabía que quería a su novia, bastante y el mismo lo aceptaba, se había enamorado de ella. Una de sus manos viajaron hasta la vagina humeda de la chica para acariciarla de modo frenetico hasta llegar al clitoris mientras palpaba con la mano libre sus pechos, apretando sus pezones. Se podía dar la libertad de usar ambas ya que ella era la que guiaba el ritmo de la penetración. Damien sudaba visiblemente, pero también jadeaba fuerte por el placer.

Damien tenía ganas de lamer los pezones de Helvetica, pero anhelaba más llegar y sentirse esa explosión que estaba próxima a ocurrir dentro de el, por lo que se contuvo un poco más, pues ya había pospuesto el momento antes, cuando la chica mataba con entusiasmo y placer su miembro. El no podía estar más complacido con cada segundo invertido en hacer el amor, puesto que cada vez terminaba siempre satisfecho y esta no iba a ser diferente. La manera en que su miembro se deslizaba en esa frenetica vibración, de un modo que solo podía pertenercerle a ella ya lo habían enloquecido al punto en que el orgasmo se precipitó; puede que hayan sido unos segundos luego que la morena llego al orgasmo, pero el dejo de respirar, el fugaz, pero delicioso instante que duró ya que fue el interior de Helvetica que arropó con calidez para propiciar su orgasmo. Se quedó tieso y abrazó a su novia con fuerza, como si deseara que se quedara con el para siempre disfrutando de la sensación más maravillosa del mundo. Emitió sonidos guturales y jadeos sobre el también sudoroso cuello de la chica, sintiendo como las palpitantes intimidades se habían fusionado; claro que el no sabía que tan literal era esa expresión pues ante la estupidez el había sembrado su semilla, pues en aquella ocasión olvidó ponerse la importante envoltura que evitaba que fuera de nuevo un desastre. Llevó sus labios de nuevo al cuello de Helvetica y la cargó para girarla y poder mirar aquel par de ojos preciosos antes de besarla y abrazarla.