Habitación Damien

La textura suave de su piel era excitante. Sus pezones, que primero habían tocado su pene de manera breve ahora eran parte del acto y el se percató del asunto casi de inmediato pues conocía el cuerpo de Helvetica mas que a el mismo.- Me encanta que hagas eso... pareces experta. - Afirmó el joven mientras aferraba sus manos a las sabanas, frescas gracias a la buena ventilación del departamento y hacían cierto contraste contra la temperatura corporal del chico. La nuca se sentía arder. Era la primera vez que una mujer lo masturbaba de esa manera, ni Tanya se había atrevido a aquello, tal vez por el grado de confianza que se tenían Helvetica y el. Damien jadeaba de placer, gracias a su novia pues la fricción de aquello lo estaba matando de placer. Sentía que llegaba el punto en que sentía que iba a eyacular en sus pechos por lo que levemente la empujó hacia adelante, lo suficiente para indicarle que se detuviera por un momento. - No tan rápido. - atrajo sus labios para besarla y luego jaló su cuerpo de modo que quedara su vagina encima de su rostro, quería consentirla un poco el también, pero tampoco quería que Helvetica perdiera el control, hoy iba a ser ella la dueña del acto, se lo debía y en parte también se sentía culpable. Damien comenzó a lamer los labios húmedos de Helvetica suavemente mientras sus manos se posaban al rededor de sus piernas, sujetándose. El muchacho movía agilmente la lengua pues había explorado un par de veces el lugar, aunque nunca en esa posición. Sin embargo hoy se sentía especialmente creativo así que sin dudarlo un segundo empezó a darle placer.

Damien disfrutaba muchas cosas en la vida. Ver a sus hijos, leer al aire libre, ver el mar y lanzarse de vez en cuando por un acantilado. La situación de ahora la disfrutaba de muchas maneras diferentes pues se sentía hundirse en aguas, nadar en dichas aguas le provocaba gran placer de pies a cabeza. Deslizaba sus lengua, no solo hábilmente si no en puntos donde sabía que a Helvetica le excitaba especialmente. Varios estremecimientos lo recorriendo en el transcurso de aquel trabajo oral. El olor de su sexo era otro aliciente para que continuara. A Damien le encantaba particularmente oler su intimidad y eso lo descubrió con otra mujer, una con la que se había acostado previamente. Sin embargo el chico no es de decir esa clase de secretos, prefiere guardarlos celosamente y disfrutarlos todo el tiempo que pueda. Nunca le dijo a nadie sobre aquel gusto especial, pero en ese instante su boca estaba tan ocupada como para decir palabra alguna. Hundió la nariz a través de su sexo, deslizándola e impregnándose de su lubricante. Su miembro se sentía duro, durísimo y el se había llenado de ganas de hacer el amor con Helvetica.

Hubo un momento en que profundizo con su lengua poco más que hacía un segundo y lo hizo a modo de penetración mientras sus brazos se cernían fuertemente. Se sentía caliente y con ganas de más puesto que aquella bebida le había en cierto modo aumentando la energía y también el libido, aunque eso era más parte de el. Pues cuando el desbordaba energía también en cierto modo se sentía potenciado sexualmente en presencia de su chica. Damien admiraba su cuerpo, pero su mirada iba desde sus pechos hasta su sonrisa. La morena irradiaba un aura de paz que solo había encontrado en otra persona. El rostro de Tanya se le figuró brevemente antes de que la chica ante el llegara a un escandaloso orgasmo, lo que resultó en un Damien de rostro húmedo. Se encontraba satisfecho más no completo pues ansiaba el placer de sentirse dentro de aquella chica, aunque ahora mismo le preocupaba el hecho de volver a ver a Tanya en vez de ella. Tuvo que cerrar los ojos unos minutos, mientras saboreaba el liquido con el que inundó su rostro y ella lo besaba a posta a pese a eso. Damien relamió sus labios antes de recibir la lengua de su chica entre sus labios y hacía fugaces nudos con ambas con una sonrisa nerviosa. - Lo sé. - Confesó ante aquella muestra de cariño en voz alta. A el no le hacía falta decirlo, demostrar cariño con detalles era más importante que cualquier palabra ya que ninguna se acercaba a lo que sentía por aquella chica. Delineó su figura y se dejó hacer cuando ella decidió que era momento de montarlo. Esperó el tiempo necesario para que ella se acomodara sobre su miembro duro. Denotaba cuan excitado estaba pero el no se limitó a sujetarla con fiereza en busca del equilibro si no que se movió en pos de su interior para ayudarla un poco con el ritmo en el que ella montaba su miembro.